Sólo puedo comenzar esta actualización de Pepuka y sus viajes, además de con mi manta de franela, deseando… ¡Feliz Año Nuevo! Cómo nos alegra, tanto a Pepón como a mí, poder despedir 2016 y comenzar 2017 rodeado de todos vosotros, los que día a día estáis siguiendo nuestras aventuras. ¡GRACIAS!
A pesar de que fue el 21 de diciembre cuando acabamos todos los exámenes, además de entregar los trabajos que teníamos que realizar para varias de las asignaturas, fue el día 23 cuando arrancaron oficialmente las… ¡VACACIONES! Sin embargo, tuvimos que regresar esa tarde para recoger las calificaciones finales del primer trimestre. La verdad es que no me puedo quejar, hay un poco de todo, muchos Sobresalientes y algunos Notables. A Pepón le ha ido un poco regular en cuanto a la asignatura que tiene relación con los números, no lo puedo detallar porque me ha pedido que no lo escriba en este espacio cibernético, pero ya os podéis hacer una idea de lo que ha pasado.
Durante la mañana y buena parte de la tarde del 24 estuve ayudando con la cena de Nochebuena, ya que mis abuelos iban a pasar unos días con nosotros y cuando llegaran de Alcalá de los Gazules quería que todo estuviera listo para poder disfrutar de su compañía. Había de todo en la mesa, aunque lo que más me gustó fue, sin lugar a dudas, el marisco, creo que soy adicta o algo por el estilo.
Una vez que pusimos el broche de oro a la cena con los turrones, toda mi familia se desplazó hasta la casa de Pepón para disfrutar de su compañía durante la madrugada de Navidad. ¡Qué bien lo pasamos cantando y bailando villancicos! Todos los que nos encontrábamos allí nos animamos, hasta mi abuela, que soltó el bastón y empezó a bailar con mi abuelo, que se le acabó cayendo la dentadura y tuvimos que buscarla.
Está claro que, con lo tarde que nos acostamos, no nos volvimos a ver hasta el 28, Día de los Santos Inocentes, cuando quedamos con mis abuelos para dar una vuelta por el centro de la capital hispalense y contemplar toda la decoración navideña. A pesar de la festividad que era, no gastamos ninguna broma, estábamos agotados.
Hay que ver que estuvimos toda la tarde caminando, viendo bombillas de todos los tamaños y de todos los colores. Todo muy bonito, pero… ¡QUÉ CANSADOS ACABAMOS! Mis abuelos, como nos quieren mucho, nos invitaron a cenar al McDonald’s que se encuentra en la Estación de Sevilla-Santa Justa. Una vez al año no hace daño.
Los siguientes días transcurrieron con mucha tranquilidad, disfrutando de su compañía y del calor de nuestro hogar, porque es que el frío no lo aguanto muy bien y como no me puedo llevar a la calle mi manta de franela… Pues me quedo en casa. Poco a poco iba llegando el 31 y con él el final de 2016 y la llegada de 2017. Siempre me pone muy nerviosa esa noche, ya que pienso en todo lo bueno que he vivido durante esos 365 días del año, éste fue bisiesto, y todo lo que quiero que traigan los que están por llegar.
Ésta ha sido la primera vez que he logrado comer las 12 uvas, además, me acordé de adelantar el pie derecho para entrar al nuevo año con buen pie. Una vez que nos dimos todos besos y abrazos brindamos con champán, aunque yo lo hice con Champín. Cuando Pepón y todos los suyos llegaron a casa lo vi disgustado, resulta que se le cayó una uva y no la encontró hasta que terminaron las 12 Campanadas. Se me ocurrió la idea de buscar una cadena de televisión canaria y volver a tomarlas, ya que allí aún no había llegado 2017, fue muy divertido.
Durante la madrugada estuvimos pensando y, la verdad, es que no nos podemos quejar de todo lo bueno que nos ha dado el año pasado, así como de todos los amigos que hemos hecho. A éste le hemos pedido nuevas aventuras no sólo en España, sino también fuera de ella, además de mucho amor, paz y, por su puesto, salud.
Se acerca el viernes y con él… “Ya vienen los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén…”. ¡Qué nervios!
Os quiere, Pepuka